lunes, 20 de octubre de 2008

La evidencia en gotas cae.

Las lágrimas de verdad caen desde los ojos al pecho, casi sin rozarte la cara. Como los grandes dolores, aparecen de noche y sin hacer ruido, cuando apagas la última luz de casa y vas por el pasillo. Son sinceras, suben nublándote la vista. Caen rápido y sin dudar porque pesan como plomo, y van hundiéndote en el suelo hasta que llegas a la cama.

(Christina Rosenvinge - La distancia adecuada)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Por cosas así es por lo que vale la pena seguir echando un vistazo a este rinconcito de vez en cuando.

Don dijo...

Chapó, yo pensaba que eran aquellas que te rozaban cada milímetro de la piel, pero me dejo convencer por tus palabras...

juanito dijo...

Vero es muy bonito lo que has escrito, pero espero que no estes tú ahora derramando esas lágrimas. Un saludo, y ánimo!!!

mr.tambourine dijo...

Describe ud esas lágrimas tan bién que a uno le dan ganas de pasarse media vida llorando, buscando en la otra media nuevos motivos para seguir en ello.

Iba a nombrar a Cortázar y sus instruciones, pero las comparaciones siempre son odiosas e incluso de mal gusto cuando es un muerto el que sale mal parado de ellas.

Saludos!

Ciudadano B dijo...

A veces las lágrimas me traicionan en el momento más inoportuno. Basta un pensamiento triste, una añoranza... normalmente, mis lágrimas son nostálgicas y, siempre, siempre, me dicen la verdad.