"En la primavera de 1921, se instalaron en Praga dos máquinas fotográficas automáticas recientemente inventadas en el extranjero que reproducían seis o diez o más exposiciones de la misma persona en la misma placa.
Cuando le llevé a Kafka una serie semejante de fotografías, le dije de buen humor:
-Por un par de coronas uno puede hacerse fotografiar desde todos los ángulos. Este aparato es un Conócete a ti mismo mecánico.
-Un Desconócete s ti mismo, querrá decir - dijo Kafka.
- ¿A qué se refiere? - protesté - ¡La cámara no miente!
- ¿Quién se lo dijo? - Kafka ladeó la cabeza -. La fotografía concentra nuestra mirada en la superficie. Por esa razón enturbia la vida oculta que trasluce a través de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras. Eso no se puede captar siquiera con las lentes más penetrantes. Hay que buscarlo a tientas con el sentimiento. Esa cámara automática no multiplica los ojos de los hombres, sino que se limita a brindar una versión fantásticamente simplificada de una mirada de mosca."
Gustav Janouch, Conversaciones con Kafka.
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